Volver a mí

Hoy decido reducir mi tiempo en el celular porque me di cuenta de que he estado viviendo una vida prestada, observando la felicidad de otros en lugar de construir la mía. Pasé años desplazándome por pantallas, aplaudiendo logros ajenos, deseando cuerpos, viajes y éxitos que no eran míos, mientras mi propia vida se quedaba en pausa. Me vi un día, sentado en el mismo sillón, sin energía, sin sueños, sin rumbo… con el alma apagada.

Y entonces entendí algo brutal: no es que no tenga tiempo, es que lo estoy regalando a una máquina que nunca se cansa de pedirme más. Me estoy perdiendo la única vida que tengo.

Hoy decido volver a mirarme en el espejo, a salir a la calle sin necesidad de mostrarlo, a escuchar a alguien sin interrumpirlo con una notificación. Hoy elijo vivir de verdad, sentir de verdad, empezar aunque sea con miedo, pero empezar.

Las redes sociales han afectado mis pensamientos y mis sueños porque, sin darme cuenta, me han llenado de comparaciones, ruido y expectativas ajenas. Cada vez que abro una aplicación, me encuentro con vidas editadas, cuerpos perfectos, relaciones idílicas, éxitos instantáneos... y aunque sé que no todo es real, algo dentro de mí se rompe poco a poco.

Mi mente empezó a llenarse de dudas:—“¿Estoy atrasado?”—“¿Mi vida es lo suficientemente interesante?”—“¿Será que nunca voy a lograr lo que ellos sí?”

Y así, mis propios sueños empezaron a parecer pequeños, insignificantes, tontos. Dejé de planear, de esforzarme, de creer en mí, porque todo parecía fuera de alcance comparado con ese desfile constante de perfección digital. Las redes sociales convirtieron mi deseo de superarme en una ansiedad silenciosa, una autoexigencia paralizante.

Pero si pudiera elegir, si pudiera volver a soñar sin filtros, sin números de seguidores, sin validación externa, quisiera una vida sencilla pero real:

Quisiera levantarme con energía, no con la necesidad de revisar quién me escribió. Quisiera tener conversaciones largas y profundas, sin interrupciones. Quisiera caminar por el mundo con los ojos bien abiertos, no detrás de una cámara. Quisiera escribir, crear, aprender algo nuevo cada semana. Quisiera construir relaciones verdaderas, abrazar más, escuchar más, reír sin distraerme. Quisiera sentirme orgulloso de mi camino, aunque sea lento, porque es mío, y no una copia de lo que otros muestran.

Quisiera recuperar mi mente, mi tiempo, mis ganas. Quisiera estar vivo de verdad, no solo conectado.

Y aunque me duela admitirlo, he estado más presente en la vida de otros que en la mía propia. Pero estoy listo para cambiar eso. Porque si sigo mirando la vida desde una pantalla… la mía se me va a escapar.

Merezco una vida con sentido. Porque la alegría no está en una pantalla, sino en lo que soy capaz de crear cuando decido estar presente. Y esa es mi nueva meta: volver a mí.